Además, la empresa omitió informar la cantidad y procedencia del agua que requeriría el proyecto; y no se contaba con suficiente información sobre el manejo y monitoreo de las especies terrestres y voladoras de la zona, algunas de las cuales están protegidas por la Norma Oficial Mexicana (NOM) 059, de acuerdo con el abogado Romero.
En su evaluación de impacto ambiental, la empresa SunPower admitió que existirían afectaciones vinculadas a la calidad y pérdida de suelo, alteración al confort sonoro, contaminación atmosférica por los polvos que levantaría la maquinaria constructora, pérdida de cobertura vegetal, afectaciones a especies protegidas y cambios en el paisaje asociados a la modificación del paisaje natural.
No obstante, de acuerdo con la persona que participó en el peritaje y quien pidió guardar su identidad, no se consideró el manejo de residuos peligrosos, cambios en el clima, los impactos en los recursos hídricos y los ocasionados por la fragmentación del hábitat; como tampoco las afectaciones a la selva, su capacidad de captura de carbono y resguardo de especies.
Causa Natura Media preguntó a esta persona cómo la empresa consiguió los permisos pese a tantas irregularidades.
“Fue una omisión de la autoridad. Ellos decidieron pasar por algo todas estas irregularidades del proyecto, que en su momento se pudieron haber subsanado. El proyecto, como fue planteado, incumple con la legislación ambiental. Desde ahí, ya es inviable”, afirmó.
Ninguna de las empresas que pretendían establecerse en Yucatán presentó algún estudio de impacto global, de impacto acumulativo, sinérgico o residual, de modo que no hay manera de conocer cuáles podrían ser los efectos ambientales de mantener un parque solar operando durante 30 años. Esto es importante dado que ya hay proyectos fotovoltaicos operando en la entidad.
Articulación Yucatán señaló que hasta ahora no se ha realizado un análisis integral de las necesidades energéticas y las capacidades y conflictos socioambientales de manera regional, pese a que en la Reforma Energética se mencionaba la implementación de un instrumento llamado “Evaluación Ambiental Estratégica”, en zonas con alto potencial energético como Yucatán. Por ello, recomendaron realizarla a la brevedad.
De igual forma, enfatizaron que si la transición energética busca disminuir el consumo de combustibles fósiles, los proyectos deberían redistribuirse, ser comunitarios, vecinales o apostarle al autoconsumo, para que no requieran grandes extensiones de terreno ni generen graves impactos ambientales ni sociales.
“No pensar en la energía como mercancía. Se tendrían que revisar las formas de producción y buscar maneras de reducir los consumos, sobre todo de los grandes consumidores. Hacerlo de manera justa: pensar en el acceso de consumidores domésticos y de quienes no tienen acceso a energía. Si pensamos que la energía es un bien público, nos dejamos de pensar como consumidores y nos asumimos como gestores, podemos pensar en proyectos comunitarios”, precisó la antropóloga Reyes.